CRIOLLO ARGENTINO
BOVINO CRIOLLO ARGENTINO
Su origen se remonta a los primeros vacunos domésticos de razas ibéricas traídos por Cristóbal Colón en su segundo viaje a América, en 1493.
Las razas españolas de las que descienden los Criollos americanos son las actuales Andaluza negra, la Retinta (pelo colorado oscuro), la Berrenda Ibérica (Berrenda en negro y Aracena de Portugal), y la Cacereña (pelaje blanco).
Estos vacunos, seleccionados en Andalucía, se difundieron por el Nuevo Mundo con las expediciones colonizadoras.
La primera difusión de estos animales se produjo en las Grandes Antillas: La Española, Puerto Rico, Jamaica y Cuba, cronológicamente en ese orden; luego pasaron al continente, siendo Panamá el lugar del primer desembarco, aproximadamente en el año 1513, y de allí se extendió por sudamérica.
Con vacunos provenientes de La Española y Cuba se pobló México a partir de 1521 y de allí fueron llevados a los Estados Unidos, donde con el tiempo se formó la raza Longhorn actual.
Hay suficientes pruebas genéticas, tanto de grupos sanguíneos como de pelajes, que demuestran que todos los bovinos criollos de las Américas están emparentados, lo que demuestra fehacientemente su mismo origen.
El número total que llegó a América se calcula que fueron menos de mil cabezas, y que por cada cinco o seis vientres venía un macho.
De esta manera, llegaron a todos los confines de América, adaptándose rápidamente a las diversas condiciones climáticas.
Por las aptitudes que desarrollaron se multiplicaron de manera asombrosa desde los glaciares patagónicos hasta el oeste norteamericano, creando razas, subrazas, tipos, y subtipos, dependiendo de la presión que cada clima y ambiente ejerció sobre los rebaños extendidos en tan dilatado continente.
Según estudios genéticos se considera que la policromía del Criollo no se debe a cruzamientos indiscriminados sino a un sistema polimórfico equilibrado, donde la frecuencia de los distintos pelajes se debe a la ventaja selectiva de cada uno de ellos con respecto al medio y a las distintas funciones a que pueden estar asociados.
Su carne ofrece una alternativa valiosa para mercados cada vez más ávidos de cortes magros y de bajo contenido de colesterol.
Esto sumado a su selección y crianza natural garantiza la provisión de alimentos mas saludables, y orgánicos.
Existe un proyecto de creación de una Federación Internacional, pues existen Asociaciones de Criadores de ganado criollo en la Argentina, Bolivia, Paraguay, Perú, Venezuela, Colombia, Costa Rica, Estados Unidos, y el Uruguay.
Actualmente la población de bovinos Criollos del URUGUAY se restringe a muy pocos establecimientos, siendo uno de ellos la Reserva del Parque de San Miguel, ubicado en el Departamento de Rocha, República Oriental del Uruguay, propiedad del Servicio de Parques del Ejército Uruguayo (SEPAE).
Al no haber sido sometido a ningún programa de selección, el Bovino Criollo uruguayo mantiene las características que posibilitaron su adaptabilidad a medios muy agrestes, con baja infraestructura y disponibilidad de pasturas.
Si bien no están caracterizados como raza, si lo están como tipo
Estudios llevados a cabo con el objetivo de caracterizar morfológicamente a esta población en sus aspectos morfológicos-corporales y fanerópticos, dieron las siguientes medias con sus desvíos estándar:
altura a la cruz: 119±6.5cm.,
ancho de tórax: 33.6±5.85cm.,
profundidad torácica: 59.9±4.75cm.,
perímetro torácico: 159.5±14.2cm.,
longitud corporal: 139.9±12.8cm,
ancho de grupa: 41.1±3.8cm.,
longitud de grupa: 31.9±2.9
y perímetro de caña: 16.8± 1.5cm.
Para la coloración del pelaje 54% presentó como pigmentación básica el castaño, el 38% el blanco, y el 8% el negro.
Los pesos promedios fueron de 290.6Kg. para las hembras y 473.2 para los machos. La totalidad de los animales presentaron cuernos en lira.
Todos los ejemplares contaban con mucosas pigmentadas y un 93% pezuñas negras.
Se concluyó en que es una población homogénea desde el punto de vista morfométrico, en mucosas,
pezuñas, y cuernos; y heterogénea en pelajes, existiendo un marcado dimorfismo sexual.
El vacuno criollo "tipo argentino" es el resultado de siglos de vivir en libertad, adaptándose a las duras condiciones de las pampas argentinas, su patria formadora.
La evolución del bovino criollo en la Argentina se divide en tres etapas: la primera abarca trescientos años (1550-1850) , y se caracterizó por la expansión tanto en número de animales, como en regiones abarcadas.
La segunda etapa duro ciento veinte años (1850-1970) , donde se produjo una gran reducción del número de animales debido a cruzamientos absorbentes con razas británicas que culminaron con la extinción del criollo pampeano y el desplazamiento de la raza a zonas marginales.
La tercera etapa lleva unos treinta años (1970-1997) y es su revalorización, caracterizándose por el estudio de la raza, el retorno de la misma a la zona pampeana, y la reinserción en el esquema productivo nacional.
Desde Panamá ingresaron por Santa Marta, Colombia, en primer término.
Con una subcorriente penetró a Venezuela.
En otra, los conquistadores españoles llevaron su ganado a Lima, y desde allí hacia Chile, Bolivia, Paraguay y el Norte argentino, donde llegaron por primera vez al Tucumán en 1549 con Juan Núñez del Prado, procedentes de Potosí.
Poco tiempo después arribarían también desde Chile con el fundador de Santiago del Estero, don Francisco de Aguirre.
En 1555 los hermanos Goes arrearon desde Brasil siete vacas y un toro, que fueron los primeros vacunos que llegaron a Asunción, de donde también con el tiempo algunos descendientes poblarían el nordeste argentino.
En 1568 Felipe de Cáceres y Juan de Garay llevaron desde Santa Cruz de la Sierra varios cientos de vacunos al Paraguay.
Los hijos de estos fueron posteriormente arreados por Garay en 1573 y 1580, para las fundaciones de Santa Fe y Buenos Aires. Finalmente, algunos animales arribaron al Río de la Plata en viaje desde España, con escala en las Canarias y a veces en el Brasil.
Todos estos orígenes conformaron el gran rodeo que fuera estimado en 1780 por Félix de Azara en 42 millones de cabezas.
En esas tierras se le dio preferencia en el Norte a los ovinos porque son menos exigentes en la calidad de pasto, son más fáciles de arrear, y porque las poblaciones indígenas eran sedentarias y sabían tejer la lana de sus camélidos, lo que facilitaba la mano de obra necesaria.
En cambio, en las llanuras pampeanas pobladas de buenos pastos y de indígenas nómades, la cría del vacuno se difundió inmediatamente.
Al internarse el ganado en las pampas hubo necesidad de recurrir a las "vaquerías", que eran expediciones de hombres a caballo, con experiencia en enlazar animales y cuerearlos, que acompañados de perros, se internaban en la llanura salvaje en busca del ganado cimarrón (sin dueño) para sacrificarlo y sacarle el cuero.
En la segunda mitad del siglo XVII se exportaron 20.000 cueros anuales; cantidad que se elevó a 70.000 cueros anuales entre los años 1700 y 1725.
En la zona pampeana se concentró el 90 % de la población bovina criolla del país, donde en el año 1850 vivían unos 20.000.000 de ejemplares, entre los domésticos y los salvajes.
Entre 1862 y 1866, los saladeros faenaron un total de 8.300.000 vacunos criollos del tipo pampeano.
Hasta entonces el vacuno Criollo había provisto perfectamente a los mercados exteriores que demandaban cueros y carnes magras, apta para la salazón.
Pero la refrigeración de la carne fue abriendo nuevos mercados que demandaban carnes tiernas y con grasa de cobertura, de un tipo de res distinto al que proporcionaba el ganado nativo, al que despectivamente se lo acusaba de ser "puro hueso, cuero y guampas".
Poco a poco la absorción de la raza Criolla se fue haciendo mediante el empleo de los toros de las tres razas británicas (Shorthorn, Hereford y Aberdeen Angus).
Este proceso culminó con la inevitable extinción definitiva del bovino criollo puro del tipo de la zona pampeana, aproximadamente para el año 1920.
En 1959 su número era inferior a las 200.000 cabezas, la mayor parte distribuidas por el noroeste argentino y la región chaqueña, donde había sido menor el cruzamiento de vacas Criollas con toros de razas británicas a causa del ambiente inóspito para esa sangre más delicada.
Pero desde la década del 40, al comenzarse a difundir masivamente el uso de las razas cebuínas (que lógicamente no tuvieron problemas ambientales), la existencia del criollo quedó realmente en peligro de ser definitivamente absorbido por estas razas.
Desde entonces, se sucedieron gran cantidad de trabajos sobre el ganado criollo y sus cruzas, producto de investigaciones realizadas en distintas reparticiones del INTA, de la Universidad Nacional de Tucumán, de la Universidad Nacional de La Plata, de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, de la Universidad Nacional de Rosario y otros organismos oficiales y privados.
Durante los siglos XVIII y XIX comenzaron a mencionarse variedades del vacuno Criollo argentino, identificadas como el "Ñato" y el "Mocho".
Los bovinos Ñatos fueron descriptos muy bien tanto por Félix de Azara como por Alcides D'Orbigny.
El vacuno Ñato despertó la curiosidad de Darwin, que le solicitó a un sabio local, el Dr. Francisco J. Muñiz, asesoramiento sobre este tema, quien le hizo saber que tendían a desaparecer por su dificultad en alimentarse, sobre todo en épocas de sequía. Actualmente se sabe que estos animales, de perfil ultracóncavo y mandíbula inferior pronunciada (prognatismo), son producto de factores subletales hereditarios que provocan un desarrollo óseo anormal.
Hoy día aún viven en Jujuy.
Con respecto a los bovinos Criollos sin cuernos o Mochos, los primeros, según Félix de Azara, fueron los que aparecieron en la estancia correntina jesuita "Rincón de Luna", en 1770.
Las medidas zoométricas demuestran que la selección natural y adaptación al ambiente favoreció un marcado dimorfismo sexual en la raza criolla, que se manifiesta, principalmente, en el ancho de cabeza y en segundo lugar en las medidas del tórax, perímetro toráxico, y largo total, siendo las medidas de altura (alzada a la cruz y alzada a la grupa) de menor importancia, aunque las diferencias son aún significativas.
El ganado bovino Criollo Argentino se caracteriza por ser un animal anguloso, longilíneo y descarnado, respondiendo su apariencia más al del ganado de tipo lechero.
La línea dorso-lumbar se presenta, en general, ligeramente deprimida.
La grupa tiene una inserción de cola saliente y alta, algo adelantada y oblicua, lo que determina una mayor amplitud del canal de parto.
La cola es larga, no demasiado gruesa y móvil, siendo muy característico que la misma repose sobre la grupa del animal.
La cabeza es larga en la hembra y algo mas corta en el macho.
Los cuernos nacen en la misma línea de prolongación de la nuca ,dirigidos horizontalmente en la base, después hacia delante y arriba.
La vaca Criolla es de tamaño mediano, con un peso adulto que oscila alrededor de los 420 kilogramos.
Con una ubre de mediano desarrollo y bien conformada y con pezones medianos; la producción de leche es de unos 5 litros diarios, lo que basta para alimentar satisfactoriamente a su cría.
Alcanza una edad media elevada.
La vaca Criolla no presenta dificultades al parto, resultando el ternero más bien pequeño y longilíneo en su conformación.
La aptitud materna es buena, siendo la mortalidad predestete muy baja, inferior al 3%.
El toro Criollo es grande con relación a la vaca, pesando entre 600 y 800 kilogramos a la edad adulta, siendo obviamente mucho más musculoso.
La característica más destacable desde el punto de vista del comportamiento, es su extrema mansedumbre.
Sus pelajes son todos los posibles, sobre las capas básicas blancas, doradillas y negras, con todas sus combinaciones conocidas.
Son abundantes los albinismos parciales en forma de manchas que cuando son pequeñas se denominan chispeados, salpicados y porotillos; de mayor tamaño y según su ubicación: yaguané, overo, panza blanca, etc.
El macho repunta (arrea) a las hembras durante el servicio, manteniendo unidades reproductivas, comportamiento que caracteriza a los animales silvestres, y que puede resultar extremadamente importante en campos grandes con monte y/o serranías.
Posee gran capacidad de desplazamiento, y menor frecuencia de bebida.
Su fertilidad y facilidad de parto la convierten en la mejor raza para el entore precoz de vaquillonas con ausencia total de distocias.
Su variabilidad genética es otra de las ventajas para ser tenida en cuenta en las cruzas, pues asegura un mayor vigor híbrido, produciendo terneros media sangre con mayor
peso al destete.
La aptitud materna de sus vacas asegura el destete del ternero nacido y con un peso superior al 50% del de la madre.
Su rusticidad y longevidad son otras de las ventajas que aporta la raza criolla para la mayor eficiencia de la cría, dado que exige una menor reposición de vientres.
Por otro lado, debe destacarse su rendimiento carnicero,amén de la excelente calidad de la carne, por su sabor y terneza.
Dentro del "criollo tipo argentino" se distinguen claramente varios subtipos, según la región geográfica donde evolucionaron, encontrándose, por lo menos, un subtipo en las sierras subandinas de las provincias del noroeste; otro en las marismas y montes semitropicales de las provincias chaqueñas y del noreste; otro en las estepas y sierras del centro y oeste del país; y el último en el sudoeste de la patagónica provincia de Santa Cruz, el que aún cuenta con algunas manadas salvajes entre los glaciares, montañas, lagos y bosques del Parque Nacional Los Glaciares.
A fines del siglo XIX el inglés Sixto Waldy arreó 80 vacas criollas desde La Pampa hasta las costa del Lago Argentino, y las cruzó en un barco de madera a la otra orilla de la Bahía Onelli.
En 1937, cuando se creó el Parque Nacional Los Glaciares, con 726.900 hectáreas, y quienes se habían instalado antes tuvieron que irse, llevándose lo que pudieron; muchas de las vacas quedaron allí, aisladas en unas 50.000 hectáreas de bosques...
Desde entonces, pasaron una fantástica transformación para adaptarse a las durísimas condiciones de vida (clima extremadamente frío, poca comida, suelo escarpado y montañoso), desarrollaron un pelaje larguísimo; acostumbrándose a comer poco y distinto (líquenes y brotes de leñosas en lugar de pasto); y adaptaron sus pezuñas a una forma de "zapato chino" para poder andar por senderos de cornisa.
Esta última subpoblación ha permanecido, desde principios del siglo XX, bajo cría libre, aislados geográficamente por barreras naturales que no permiten el ingreso de animales de otras razas, sin posibilidades de migraciones, lo cual le impone la condición de ser un rodeo cerrado genéticamente y bajo una fuerte selección natural durante 20 generaciones, soportando 22 grados bajo cero...
Más aún: las vacas que están en la Península Avellaneda (donde se estima que viven 1.000 ejemplares) podrían tener alguna variación genética respecto del grupo de Bahía Onelli (donde habría entre 300 y 500 animales), porque nunca se cruzaron entre sí, ni con otras razas...
Este subtipo se encuentra en retroceso, su número actual es de aproximadamente 1000 efectivos y está ocupando un espacio declarado intangible por la Administración de Parques Nacionales.
Estos bovinos posee dos características únicas que lo diferencian del resto de los bovinos criollos existentes en la Argentina:
en primer término son los únicos descendientes directos del ya extinto Criollo pampeano, y en segundo lugar, se han adaptado a una región con clima frío y extremadamente riguroso.
El ganado bovino Criollo Argentino biotipo Patagónico se caracteriza por ser de un fenotipo más longilíneo que el criollo del noroeste argentino (Argentine Northwest Creole) que es el más numeroso del país, con unas 200.000 cabezas.
A su vez, los machos del sur, son animales con longitudes y alzadas de menores dimensiones y cabeza menos longilínea que los machos del norte; y las hembras se diferenciaron básicamente por las medidas del tronco, siendo menores las de la región sur.
Con personal entrenado con perros adiestrados para capturar y embarcar vacunos salvajes (sólo machos para evitar que si se quedan perdidos se reproduzcan), se ha logrado extraer de ese hábitat una buena cantidad de ejemplares vivos, los que son, junto con sus descendientes, mantenidos y estudiados en dos planteles de "Bovinos Criollos de origen patagónico" (Patagonian Creole), uno en la chacra "9 de Julio" de la cercana ciudad de El Calafate; y el otro en el campo experimental: "La Lomada", de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNLZ, en el partido de Esteban Echeverría Provincia de Buenos Aires.
El ganado bovino Criollo salvaje que habita en algunos aislados y recónditos sectores de los bosques cordilleranos de los Andes fueguinos, en el sector argentino de la Isla Grande de Tierra del Fuego, es frecuentemente tratado como una raza aparte:
el: "Bovino Salvaje Fueguino" ~ Ushuaia Wild Cattle ~.
El ganado Criollo chaqueño es el origen del plantel de Leales, y posee pelaje predominantemente doradillo, con tonalidades que van del bayo al colorado.
Su pelo corto y el cuero grueso y flexible, demuestran su adaptación al clima cálido, siendo más resistente a la invasión de parásitos externos y a la Queroconjuntivitis que los vacunos británicos y europeos continentales.
La Asociación Argentina de Criadores de Ganado Bovino Criollo se funda en 1984 en la ciudad de Jesús María, provincia de Córdoba, en donde tiene su sede, en la calle Corrientes 655.
En 1990 se abren los Registros Genealógicos, a cargo de la Sociedad Rural Argentina, en donde se inscriben los reproductores previamente inspeccionados por la Asociación, así como sus hijos.
Los registros están abiertos actualmente y se pueden incorporar reproductores que se consideren puros.
Estos ejemplares "Base" son los que pertenecen a rodeos puros descendientes de los ejemplares españoles y sin mezcla de otras sangres.
Los hijos de los "Base" pueden ingresar al HBA, si son aprobados por los Inspectores, y en la 3a generaci6n son Registro Definitivo. Todos los ejemplares, incluso los definitivos, son inspeccionados para poder ingresar al Pedigree.
Ejemplares inscriptos en HBA: 1.531.
Ejemplares inscriptos en Registro Base: 2.634.
Las cabañas dedicadas a la crianza de este singular bovino, están distribuídas en las provincias de: Buenos Aires, La Rioja, Córdoba, Santiago del Estero, y Santa Fe.
La principal barrera para la introducción del Criollo dentro de los rodeos es que se lo castiga con el precio de venta.
Es notable ver que cuando entra un lote de Criollos a la pista de la feria, y todos notan la tradicional diversidad de colores en el pelaje, el precio cae entre un 10 a un 25 % con respecto a terneros puros o de pelaje uniforme.
Esto se debe a aseveraciones erróneas, ya que se comprobó, que la raza muestra similares ritmos de ganancia de peso posteriores al destete, con respecto a otras razas, y que la calidad y el rinde de los novillos Criollos o cruzas con Criollo es igual al de otras razas.
Además es importante hacer notar que presenta una importante ventaja comparativa, con respecto a las otras razas: la distribución de los tejidos carne-grasa-hueso.
Los Criollos y sus cruzas poseen, a igual rendimiento a faena, una menor cantidad de grasa, lo que permite obtener reses más magras, y con menos desperdicios posteriores.
La pérdida de precio del ternero cuando presenta la característica variabilidad de pelaje del criollo llevó a la E.E.A INTA La Rioja, a investigar e intentar obtener un ternero criollo o cruza de pelaje uniforme.
A través del seguimiento de vacas Criollas dentro de un rodeo general se vio que cuando la vaca Criolla, poseía un pelaje uniforme de color doradillo (colorado) y se cruzaba con toros Criollos del mismo tipo de pelaje, o con toros Angus la mayoría de los terneros presentaban uniformidad de pelaje.
Debido a esto, se comenzó a formar un rodeo de Criollo Doradillo Capa Entera, sobre los que se vienen realizando mediciones en los que se obtienen resultados reproductivos y productivos en condiciones extensivas de pastizal natural comparándolos con un rodeo de Criollo General de pelaje variado, con el objeto de visualizar que al seleccionar por color no se pierdan las virtudes de la raza Criolla Argentina, como ser, su variabilidad genética.
Sobre este rodeo Criollo Doradillo Capa Entera se comenzó a introducir el gen Mocho doradillo, mediante la introducción de toros Criollos Mochos Doradillos Capa Entera provenientes de INTA Leales Tucumán.
El vacuno Criollo Argentino LECHERO merece ser considerado, pues si bien su producción es de buena calidad, puede ser muy mejorada en cuanto a la cantidad, ofreciendo una posibilidad para la explotación tambera en zonas donde no pueden llegar las razas lecheras tradicionales.
En el Criollo Argentino están mezclados los biotipos lechero y carnicero; se deben buscar líneas de progenie definidas que puedan originar trabajos de selección para cada producción.
En Cañada Rosquín, los valores que se han observado son tenores grasos de hasta 6,7 % (más comunes de 5,5 %); y lactancias, con ternero al pie dos veces al día, de un máximo 6 meses (más comunes de 4 meses).
En la provincia de Misiones se ha iniciado un plan de recuperación del Criollo, con vista a la producción lechera, pues los pobladores le reconocen su adaptación al medio, su mansedumbre y un alto tenor graso a su leche.
Como datos indicativos del potencial que puede tener como productoras de leche la vaca Criolla se puede citar la historia del rodeo Criollo Lechero de Turrialba de Costa Rica y Nicaragua, que se inició el año 1947, logrando en 1969 una de sus vacas los 4200 litros en 305 días.
Actualmente esa estación experimental produce, con vacas Criollas, un promedio de 360 kg de grasa butirométrica por hectárea año, a campo y en pleno trópico...
Su origen se remonta a los primeros vacunos domésticos de razas ibéricas traídos por Cristóbal Colón en su segundo viaje a América, en 1493.
Las razas españolas de las que descienden los Criollos americanos son las actuales Andaluza negra, la Retinta (pelo colorado oscuro), la Berrenda Ibérica (Berrenda en negro y Aracena de Portugal), y la Cacereña (pelaje blanco).
Estos vacunos, seleccionados en Andalucía, se difundieron por el Nuevo Mundo con las expediciones colonizadoras.
La primera difusión de estos animales se produjo en las Grandes Antillas: La Española, Puerto Rico, Jamaica y Cuba, cronológicamente en ese orden; luego pasaron al continente, siendo Panamá el lugar del primer desembarco, aproximadamente en el año 1513, y de allí se extendió por sudamérica.
Con vacunos provenientes de La Española y Cuba se pobló México a partir de 1521 y de allí fueron llevados a los Estados Unidos, donde con el tiempo se formó la raza Longhorn actual.
Hay suficientes pruebas genéticas, tanto de grupos sanguíneos como de pelajes, que demuestran que todos los bovinos criollos de las Américas están emparentados, lo que demuestra fehacientemente su mismo origen.
El número total que llegó a América se calcula que fueron menos de mil cabezas, y que por cada cinco o seis vientres venía un macho.
De esta manera, llegaron a todos los confines de América, adaptándose rápidamente a las diversas condiciones climáticas.
Por las aptitudes que desarrollaron se multiplicaron de manera asombrosa desde los glaciares patagónicos hasta el oeste norteamericano, creando razas, subrazas, tipos, y subtipos, dependiendo de la presión que cada clima y ambiente ejerció sobre los rebaños extendidos en tan dilatado continente.
Según estudios genéticos se considera que la policromía del Criollo no se debe a cruzamientos indiscriminados sino a un sistema polimórfico equilibrado, donde la frecuencia de los distintos pelajes se debe a la ventaja selectiva de cada uno de ellos con respecto al medio y a las distintas funciones a que pueden estar asociados.
Su carne ofrece una alternativa valiosa para mercados cada vez más ávidos de cortes magros y de bajo contenido de colesterol.
Esto sumado a su selección y crianza natural garantiza la provisión de alimentos mas saludables, y orgánicos.
Existe un proyecto de creación de una Federación Internacional, pues existen Asociaciones de Criadores de ganado criollo en la Argentina, Bolivia, Paraguay, Perú, Venezuela, Colombia, Costa Rica, Estados Unidos, y el Uruguay.
Actualmente la población de bovinos Criollos del URUGUAY se restringe a muy pocos establecimientos, siendo uno de ellos la Reserva del Parque de San Miguel, ubicado en el Departamento de Rocha, República Oriental del Uruguay, propiedad del Servicio de Parques del Ejército Uruguayo (SEPAE).
Al no haber sido sometido a ningún programa de selección, el Bovino Criollo uruguayo mantiene las características que posibilitaron su adaptabilidad a medios muy agrestes, con baja infraestructura y disponibilidad de pasturas.
Si bien no están caracterizados como raza, si lo están como tipo
Estudios llevados a cabo con el objetivo de caracterizar morfológicamente a esta población en sus aspectos morfológicos-corporales y fanerópticos, dieron las siguientes medias con sus desvíos estándar:
altura a la cruz: 119±6.5cm.,
ancho de tórax: 33.6±5.85cm.,
profundidad torácica: 59.9±4.75cm.,
perímetro torácico: 159.5±14.2cm.,
longitud corporal: 139.9±12.8cm,
ancho de grupa: 41.1±3.8cm.,
longitud de grupa: 31.9±2.9
y perímetro de caña: 16.8± 1.5cm.
Para la coloración del pelaje 54% presentó como pigmentación básica el castaño, el 38% el blanco, y el 8% el negro.
Los pesos promedios fueron de 290.6Kg. para las hembras y 473.2 para los machos. La totalidad de los animales presentaron cuernos en lira.
Todos los ejemplares contaban con mucosas pigmentadas y un 93% pezuñas negras.
Se concluyó en que es una población homogénea desde el punto de vista morfométrico, en mucosas,
pezuñas, y cuernos; y heterogénea en pelajes, existiendo un marcado dimorfismo sexual.
El vacuno criollo "tipo argentino" es el resultado de siglos de vivir en libertad, adaptándose a las duras condiciones de las pampas argentinas, su patria formadora.
La evolución del bovino criollo en la Argentina se divide en tres etapas: la primera abarca trescientos años (1550-1850) , y se caracterizó por la expansión tanto en número de animales, como en regiones abarcadas.
La segunda etapa duro ciento veinte años (1850-1970) , donde se produjo una gran reducción del número de animales debido a cruzamientos absorbentes con razas británicas que culminaron con la extinción del criollo pampeano y el desplazamiento de la raza a zonas marginales.
La tercera etapa lleva unos treinta años (1970-1997) y es su revalorización, caracterizándose por el estudio de la raza, el retorno de la misma a la zona pampeana, y la reinserción en el esquema productivo nacional.
Desde Panamá ingresaron por Santa Marta, Colombia, en primer término.
Con una subcorriente penetró a Venezuela.
En otra, los conquistadores españoles llevaron su ganado a Lima, y desde allí hacia Chile, Bolivia, Paraguay y el Norte argentino, donde llegaron por primera vez al Tucumán en 1549 con Juan Núñez del Prado, procedentes de Potosí.
Poco tiempo después arribarían también desde Chile con el fundador de Santiago del Estero, don Francisco de Aguirre.
En 1555 los hermanos Goes arrearon desde Brasil siete vacas y un toro, que fueron los primeros vacunos que llegaron a Asunción, de donde también con el tiempo algunos descendientes poblarían el nordeste argentino.
En 1568 Felipe de Cáceres y Juan de Garay llevaron desde Santa Cruz de la Sierra varios cientos de vacunos al Paraguay.
Los hijos de estos fueron posteriormente arreados por Garay en 1573 y 1580, para las fundaciones de Santa Fe y Buenos Aires. Finalmente, algunos animales arribaron al Río de la Plata en viaje desde España, con escala en las Canarias y a veces en el Brasil.
Todos estos orígenes conformaron el gran rodeo que fuera estimado en 1780 por Félix de Azara en 42 millones de cabezas.
En esas tierras se le dio preferencia en el Norte a los ovinos porque son menos exigentes en la calidad de pasto, son más fáciles de arrear, y porque las poblaciones indígenas eran sedentarias y sabían tejer la lana de sus camélidos, lo que facilitaba la mano de obra necesaria.
En cambio, en las llanuras pampeanas pobladas de buenos pastos y de indígenas nómades, la cría del vacuno se difundió inmediatamente.
Al internarse el ganado en las pampas hubo necesidad de recurrir a las "vaquerías", que eran expediciones de hombres a caballo, con experiencia en enlazar animales y cuerearlos, que acompañados de perros, se internaban en la llanura salvaje en busca del ganado cimarrón (sin dueño) para sacrificarlo y sacarle el cuero.
En la segunda mitad del siglo XVII se exportaron 20.000 cueros anuales; cantidad que se elevó a 70.000 cueros anuales entre los años 1700 y 1725.
En la zona pampeana se concentró el 90 % de la población bovina criolla del país, donde en el año 1850 vivían unos 20.000.000 de ejemplares, entre los domésticos y los salvajes.
Entre 1862 y 1866, los saladeros faenaron un total de 8.300.000 vacunos criollos del tipo pampeano.
Hasta entonces el vacuno Criollo había provisto perfectamente a los mercados exteriores que demandaban cueros y carnes magras, apta para la salazón.
Pero la refrigeración de la carne fue abriendo nuevos mercados que demandaban carnes tiernas y con grasa de cobertura, de un tipo de res distinto al que proporcionaba el ganado nativo, al que despectivamente se lo acusaba de ser "puro hueso, cuero y guampas".
Poco a poco la absorción de la raza Criolla se fue haciendo mediante el empleo de los toros de las tres razas británicas (Shorthorn, Hereford y Aberdeen Angus).
Este proceso culminó con la inevitable extinción definitiva del bovino criollo puro del tipo de la zona pampeana, aproximadamente para el año 1920.
En 1959 su número era inferior a las 200.000 cabezas, la mayor parte distribuidas por el noroeste argentino y la región chaqueña, donde había sido menor el cruzamiento de vacas Criollas con toros de razas británicas a causa del ambiente inóspito para esa sangre más delicada.
Pero desde la década del 40, al comenzarse a difundir masivamente el uso de las razas cebuínas (que lógicamente no tuvieron problemas ambientales), la existencia del criollo quedó realmente en peligro de ser definitivamente absorbido por estas razas.
Desde entonces, se sucedieron gran cantidad de trabajos sobre el ganado criollo y sus cruzas, producto de investigaciones realizadas en distintas reparticiones del INTA, de la Universidad Nacional de Tucumán, de la Universidad Nacional de La Plata, de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, de la Universidad Nacional de Rosario y otros organismos oficiales y privados.
Durante los siglos XVIII y XIX comenzaron a mencionarse variedades del vacuno Criollo argentino, identificadas como el "Ñato" y el "Mocho".
Los bovinos Ñatos fueron descriptos muy bien tanto por Félix de Azara como por Alcides D'Orbigny.
El vacuno Ñato despertó la curiosidad de Darwin, que le solicitó a un sabio local, el Dr. Francisco J. Muñiz, asesoramiento sobre este tema, quien le hizo saber que tendían a desaparecer por su dificultad en alimentarse, sobre todo en épocas de sequía. Actualmente se sabe que estos animales, de perfil ultracóncavo y mandíbula inferior pronunciada (prognatismo), son producto de factores subletales hereditarios que provocan un desarrollo óseo anormal.
Hoy día aún viven en Jujuy.
Con respecto a los bovinos Criollos sin cuernos o Mochos, los primeros, según Félix de Azara, fueron los que aparecieron en la estancia correntina jesuita "Rincón de Luna", en 1770.
Las medidas zoométricas demuestran que la selección natural y adaptación al ambiente favoreció un marcado dimorfismo sexual en la raza criolla, que se manifiesta, principalmente, en el ancho de cabeza y en segundo lugar en las medidas del tórax, perímetro toráxico, y largo total, siendo las medidas de altura (alzada a la cruz y alzada a la grupa) de menor importancia, aunque las diferencias son aún significativas.
El ganado bovino Criollo Argentino se caracteriza por ser un animal anguloso, longilíneo y descarnado, respondiendo su apariencia más al del ganado de tipo lechero.
La línea dorso-lumbar se presenta, en general, ligeramente deprimida.
La grupa tiene una inserción de cola saliente y alta, algo adelantada y oblicua, lo que determina una mayor amplitud del canal de parto.
La cola es larga, no demasiado gruesa y móvil, siendo muy característico que la misma repose sobre la grupa del animal.
La cabeza es larga en la hembra y algo mas corta en el macho.
Los cuernos nacen en la misma línea de prolongación de la nuca ,dirigidos horizontalmente en la base, después hacia delante y arriba.
La vaca Criolla es de tamaño mediano, con un peso adulto que oscila alrededor de los 420 kilogramos.
Con una ubre de mediano desarrollo y bien conformada y con pezones medianos; la producción de leche es de unos 5 litros diarios, lo que basta para alimentar satisfactoriamente a su cría.
Alcanza una edad media elevada.
La vaca Criolla no presenta dificultades al parto, resultando el ternero más bien pequeño y longilíneo en su conformación.
La aptitud materna es buena, siendo la mortalidad predestete muy baja, inferior al 3%.
El toro Criollo es grande con relación a la vaca, pesando entre 600 y 800 kilogramos a la edad adulta, siendo obviamente mucho más musculoso.
La característica más destacable desde el punto de vista del comportamiento, es su extrema mansedumbre.
Sus pelajes son todos los posibles, sobre las capas básicas blancas, doradillas y negras, con todas sus combinaciones conocidas.
Son abundantes los albinismos parciales en forma de manchas que cuando son pequeñas se denominan chispeados, salpicados y porotillos; de mayor tamaño y según su ubicación: yaguané, overo, panza blanca, etc.
El macho repunta (arrea) a las hembras durante el servicio, manteniendo unidades reproductivas, comportamiento que caracteriza a los animales silvestres, y que puede resultar extremadamente importante en campos grandes con monte y/o serranías.
Posee gran capacidad de desplazamiento, y menor frecuencia de bebida.
Su fertilidad y facilidad de parto la convierten en la mejor raza para el entore precoz de vaquillonas con ausencia total de distocias.
Su variabilidad genética es otra de las ventajas para ser tenida en cuenta en las cruzas, pues asegura un mayor vigor híbrido, produciendo terneros media sangre con mayor
peso al destete.
La aptitud materna de sus vacas asegura el destete del ternero nacido y con un peso superior al 50% del de la madre.
Su rusticidad y longevidad son otras de las ventajas que aporta la raza criolla para la mayor eficiencia de la cría, dado que exige una menor reposición de vientres.
Por otro lado, debe destacarse su rendimiento carnicero,amén de la excelente calidad de la carne, por su sabor y terneza.
Dentro del "criollo tipo argentino" se distinguen claramente varios subtipos, según la región geográfica donde evolucionaron, encontrándose, por lo menos, un subtipo en las sierras subandinas de las provincias del noroeste; otro en las marismas y montes semitropicales de las provincias chaqueñas y del noreste; otro en las estepas y sierras del centro y oeste del país; y el último en el sudoeste de la patagónica provincia de Santa Cruz, el que aún cuenta con algunas manadas salvajes entre los glaciares, montañas, lagos y bosques del Parque Nacional Los Glaciares.
A fines del siglo XIX el inglés Sixto Waldy arreó 80 vacas criollas desde La Pampa hasta las costa del Lago Argentino, y las cruzó en un barco de madera a la otra orilla de la Bahía Onelli.
En 1937, cuando se creó el Parque Nacional Los Glaciares, con 726.900 hectáreas, y quienes se habían instalado antes tuvieron que irse, llevándose lo que pudieron; muchas de las vacas quedaron allí, aisladas en unas 50.000 hectáreas de bosques...
Desde entonces, pasaron una fantástica transformación para adaptarse a las durísimas condiciones de vida (clima extremadamente frío, poca comida, suelo escarpado y montañoso), desarrollaron un pelaje larguísimo; acostumbrándose a comer poco y distinto (líquenes y brotes de leñosas en lugar de pasto); y adaptaron sus pezuñas a una forma de "zapato chino" para poder andar por senderos de cornisa.
Esta última subpoblación ha permanecido, desde principios del siglo XX, bajo cría libre, aislados geográficamente por barreras naturales que no permiten el ingreso de animales de otras razas, sin posibilidades de migraciones, lo cual le impone la condición de ser un rodeo cerrado genéticamente y bajo una fuerte selección natural durante 20 generaciones, soportando 22 grados bajo cero...
Más aún: las vacas que están en la Península Avellaneda (donde se estima que viven 1.000 ejemplares) podrían tener alguna variación genética respecto del grupo de Bahía Onelli (donde habría entre 300 y 500 animales), porque nunca se cruzaron entre sí, ni con otras razas...
Este subtipo se encuentra en retroceso, su número actual es de aproximadamente 1000 efectivos y está ocupando un espacio declarado intangible por la Administración de Parques Nacionales.
Estos bovinos posee dos características únicas que lo diferencian del resto de los bovinos criollos existentes en la Argentina:
en primer término son los únicos descendientes directos del ya extinto Criollo pampeano, y en segundo lugar, se han adaptado a una región con clima frío y extremadamente riguroso.
El ganado bovino Criollo Argentino biotipo Patagónico se caracteriza por ser de un fenotipo más longilíneo que el criollo del noroeste argentino (Argentine Northwest Creole) que es el más numeroso del país, con unas 200.000 cabezas.
A su vez, los machos del sur, son animales con longitudes y alzadas de menores dimensiones y cabeza menos longilínea que los machos del norte; y las hembras se diferenciaron básicamente por las medidas del tronco, siendo menores las de la región sur.
Con personal entrenado con perros adiestrados para capturar y embarcar vacunos salvajes (sólo machos para evitar que si se quedan perdidos se reproduzcan), se ha logrado extraer de ese hábitat una buena cantidad de ejemplares vivos, los que son, junto con sus descendientes, mantenidos y estudiados en dos planteles de "Bovinos Criollos de origen patagónico" (Patagonian Creole), uno en la chacra "9 de Julio" de la cercana ciudad de El Calafate; y el otro en el campo experimental: "La Lomada", de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNLZ, en el partido de Esteban Echeverría Provincia de Buenos Aires.
El ganado bovino Criollo salvaje que habita en algunos aislados y recónditos sectores de los bosques cordilleranos de los Andes fueguinos, en el sector argentino de la Isla Grande de Tierra del Fuego, es frecuentemente tratado como una raza aparte:
el: "Bovino Salvaje Fueguino" ~ Ushuaia Wild Cattle ~.
El ganado Criollo chaqueño es el origen del plantel de Leales, y posee pelaje predominantemente doradillo, con tonalidades que van del bayo al colorado.
Su pelo corto y el cuero grueso y flexible, demuestran su adaptación al clima cálido, siendo más resistente a la invasión de parásitos externos y a la Queroconjuntivitis que los vacunos británicos y europeos continentales.
La Asociación Argentina de Criadores de Ganado Bovino Criollo se funda en 1984 en la ciudad de Jesús María, provincia de Córdoba, en donde tiene su sede, en la calle Corrientes 655.
En 1990 se abren los Registros Genealógicos, a cargo de la Sociedad Rural Argentina, en donde se inscriben los reproductores previamente inspeccionados por la Asociación, así como sus hijos.
Los registros están abiertos actualmente y se pueden incorporar reproductores que se consideren puros.
Estos ejemplares "Base" son los que pertenecen a rodeos puros descendientes de los ejemplares españoles y sin mezcla de otras sangres.
Los hijos de los "Base" pueden ingresar al HBA, si son aprobados por los Inspectores, y en la 3a generaci6n son Registro Definitivo. Todos los ejemplares, incluso los definitivos, son inspeccionados para poder ingresar al Pedigree.
Ejemplares inscriptos en HBA: 1.531.
Ejemplares inscriptos en Registro Base: 2.634.
Las cabañas dedicadas a la crianza de este singular bovino, están distribuídas en las provincias de: Buenos Aires, La Rioja, Córdoba, Santiago del Estero, y Santa Fe.
La principal barrera para la introducción del Criollo dentro de los rodeos es que se lo castiga con el precio de venta.
Es notable ver que cuando entra un lote de Criollos a la pista de la feria, y todos notan la tradicional diversidad de colores en el pelaje, el precio cae entre un 10 a un 25 % con respecto a terneros puros o de pelaje uniforme.
Esto se debe a aseveraciones erróneas, ya que se comprobó, que la raza muestra similares ritmos de ganancia de peso posteriores al destete, con respecto a otras razas, y que la calidad y el rinde de los novillos Criollos o cruzas con Criollo es igual al de otras razas.
Además es importante hacer notar que presenta una importante ventaja comparativa, con respecto a las otras razas: la distribución de los tejidos carne-grasa-hueso.
Los Criollos y sus cruzas poseen, a igual rendimiento a faena, una menor cantidad de grasa, lo que permite obtener reses más magras, y con menos desperdicios posteriores.
La pérdida de precio del ternero cuando presenta la característica variabilidad de pelaje del criollo llevó a la E.E.A INTA La Rioja, a investigar e intentar obtener un ternero criollo o cruza de pelaje uniforme.
A través del seguimiento de vacas Criollas dentro de un rodeo general se vio que cuando la vaca Criolla, poseía un pelaje uniforme de color doradillo (colorado) y se cruzaba con toros Criollos del mismo tipo de pelaje, o con toros Angus la mayoría de los terneros presentaban uniformidad de pelaje.
Debido a esto, se comenzó a formar un rodeo de Criollo Doradillo Capa Entera, sobre los que se vienen realizando mediciones en los que se obtienen resultados reproductivos y productivos en condiciones extensivas de pastizal natural comparándolos con un rodeo de Criollo General de pelaje variado, con el objeto de visualizar que al seleccionar por color no se pierdan las virtudes de la raza Criolla Argentina, como ser, su variabilidad genética.
Sobre este rodeo Criollo Doradillo Capa Entera se comenzó a introducir el gen Mocho doradillo, mediante la introducción de toros Criollos Mochos Doradillos Capa Entera provenientes de INTA Leales Tucumán.
El vacuno Criollo Argentino LECHERO merece ser considerado, pues si bien su producción es de buena calidad, puede ser muy mejorada en cuanto a la cantidad, ofreciendo una posibilidad para la explotación tambera en zonas donde no pueden llegar las razas lecheras tradicionales.
En el Criollo Argentino están mezclados los biotipos lechero y carnicero; se deben buscar líneas de progenie definidas que puedan originar trabajos de selección para cada producción.
En Cañada Rosquín, los valores que se han observado son tenores grasos de hasta 6,7 % (más comunes de 5,5 %); y lactancias, con ternero al pie dos veces al día, de un máximo 6 meses (más comunes de 4 meses).
En la provincia de Misiones se ha iniciado un plan de recuperación del Criollo, con vista a la producción lechera, pues los pobladores le reconocen su adaptación al medio, su mansedumbre y un alto tenor graso a su leche.
Como datos indicativos del potencial que puede tener como productoras de leche la vaca Criolla se puede citar la historia del rodeo Criollo Lechero de Turrialba de Costa Rica y Nicaragua, que se inició el año 1947, logrando en 1969 una de sus vacas los 4200 litros en 305 días.
Actualmente esa estación experimental produce, con vacas Criollas, un promedio de 360 kg de grasa butirométrica por hectárea año, a campo y en pleno trópico...